Fundación Pescar Argentina es una organización sin fines de lucro cuyo objetivo principal es formar a personas en situación de vulnerabilidad para que puedan insertarse en el mundo del trabajo. Tres historias de inspiración.
La desocupación en la Argentina afectó en el segundo trimestre de 2021 al 9,6% de la población económicamente activa (algo más de 1,2 millones de personas), según la Encuesta Permanente de Hogares que realiza el INDEC. No obstante, y de acuerdo con el informe Mercado de Trabajo, los jóvenes de hasta 29 años representan el 49,4% de los desocupados en el país. Con este marco de fondo, los programas que brindan herramientas para el ingreso al mercado laboral cobran cada vez más relevancia.
Un ejemplo de estas iniciativas lo lleva adelante la Fundación Pescar Argentina, una organización sin fines de lucro cuyo objetivo principal es formar a personas en situación de vulnerabilidad para que puedan insertarse en el mundo del trabajo. Con 46 centros en 11 provincias y CABA, la fundación lleva capacitados a más de 41.000 jóvenes desde 2003, promoviendo y ejecutando programas que brindan formación en habilidades socioemocionales, en nuevas tecnologías y formación técnico-profesional.
Desde Pescar se hace un seguimiento a los beneficiarios de los programas durante 2 años con el objetivo de medir el impacto de las capacitaciones en relacióncon la terminalidad educativa, la continuidad de estudios superiores e inserción laboral. El seguimiento corrobora el excelente resultado de los programas, donde el 86% de los beneficiarios finalizó el secundario, el 76% logró insertarse laboralmente, el 50% continúa estudios superiores y el 90% trabaja y/o estudia.

El empuje se dio a través de Pan American Energy (PAE), compañía que puso en marcha diversas propuestas de capacitación para los jóvenes de las zonas donde opera. Así esta iniciativa que busca contribuir a mejorar la empleabilidad, se implementa en Chubut, Santa Cruz, Salta y Buenos Aires.
“Desde 2005, el Programa Pymes PAE desarrolla acciones que buscan apoyar a pymes y emprendedores, en especial jóvenes, para que puedan acceder a un futuro mejor. Estos espacios ofrecen formación personal, además de habilidades y competencias de empleabilidad”, cuenta Agustina Zenarruza, gerente de Sustentabilidad de PAE.
Silvia Uranga, directora y fundadora de la Fundación Pescar Argentina, comenta: “Hay tres resultados que nos distinguen: la inserción laboral de los beneficiarios, el trabajo en equipo entre PAE, Pescar y lo municipios e instituciones locales, y la demanda que generan estas capacitaciones en las diferentes comunidadesUno de los beneficiarios del programa durante este fue, fue el diseñador gráfico Pablo Vercellone, que participó de un curso de Programación Web Full Stack en Chubut de cuatro meses de duración y ahora trabaja como diseñador web en una agencia digital, además de ser tutor en una escuela especializada.
“Pude profundizar los pocos conocimientos que tenía sobre programación web, específicamente sobre HTML, CSS, javascript, PHP y MySql. Pude ver lo que es la parte del front y la parte del back de la programación web y tener una idea general sobre todo del proceso”, resume.
Además de profundizar en los conocimientos técnicos, Vercellone cuenta que el curso le aportó desde el lado humano, aprendió metodologías ágiles y gestión del tiempo. “Lo que más me llevo es cómo plantearme metas y cómo trabajar para llegar a ellas, estoy muy contento de haber podido participar”, dice.
Por su parte, Elsa Salto, recibida en la carrera terciaria Técnico en Higiene y Seguridad en el Trabajo y actualmente cursando la Tecnicatura Universitaria en Gestión Bancaria y Financiera, egresó del curso Atención al cliente 360: venta y tecnología en el Centro Pescar-PAE de Salta. “Recibí contención de parte del orientador y demás integrantes de la fundación en todo lo que me fue necesario para poder capacitarme en este y otros cursos. Es muy importante contar con este tipo de iniciativas, sobre todo destaco y agradezco la importancia que nos dan a los jóvenes para poder ingresar al mundo laboral”, sostiene.
El curso, de 240 horas (unos cuatro meses de duración), la ayudó a incorporar herramientas tecnológicas y desarrollar habilidades de comunicación y socioemocionales. Los egresados explican que gracias a los cursos pudieron afrontar con mayor seguridad sus entrevistas laborales, en un mercado donde la oferta no abunda y la demanda es grande. Destacan que aprendieron a conocer sus fortalezas, debilidades y a analizar cómo presentarse como candidatos a un nuevo empleo.
Otro caso es el de Nelson Enciso Sosa, un joven de 23 años criado en el Barrio 31 (hoy, Barrio Padre Mugica), en Retiro, quien actualmente estudia la carrera de Ingeniería en Petróleo en la Universidad de Buenos Aires y sueña con hacer una maestría en Administración de Negocios (MBA) en la Universidad de Harvard.
Su interés por buscar un futuro mejor lo impulsó a estudiar y formarse constantemente. Aplicó para una beca sobre actividad petrolera en el Trinity College, la universidad más prestigiosa de Irlanda, y quedó seleccionado. A su regreso al país, estuvo un tiempo sin trabajo y aprovechó para hacer cursos que se ofrecían a través del Centro de Desarrollo Emprendedor y Laboral del Barrio Mugica.
“Tenía amigos que ya habían hecho el curso con PAE y me lo recomendaron. Esta capacitación duró algo más de tres meses y me sirvió muchísimo. Si sos solamente profesional, una máquina puede hacer tu trabajo, en cambio sí sos humano, mostrarlo te vuelve único”. Además, resalta: “La gente muchas veces es tímida a la hora de buscar trabajo, tiene mucho para dar pero no sabe cómo comunicarlo. Este tipo de cursos te permiten autoconocerte y saber qué es una fortaleza, qué es una debilidad”.
En paralelo a sus estudios universitarios y a su trabajo en una empresa, hoy el joven se encuentra desarrollando un proyecto para darles apoyo escolar a los chicos del barrio e impulsarlos a cursar con éxito el CBC.
La historia de los Centros Pescar se remite a 1976, cuando el empresario Geraldo Linck abrió las puertas de su empresa en Brasil para enseñarles un oficio a jóvenes en situación de vulnerabilidad. Linck se inspiró en un proverbio que dice que “si quieres quitar el hambre a un hombre dale un pez; pero si quieres que no vuelva a tener hambre enséñale a pescar”. Su proyecto llamó la atención de otros empresarios y hoy la metodología fue adaptada en la Argentina, Paraguay, Perú y Angola.
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