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Liderazgo resiliente: qué es y cómo desarrollarlo

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La resiliencia permite a los directivos y dueños de empresas cambiar la mentalidad de la organización. Te acercamos ocho prácticas para fortalecer la gestión en contextos volátiles e inciertos.

Uno de los términos más escuchados en el ámbito corporativo, desde que se desencadenó la pandemia, es el de resiliencia. El concepto se refiere a la capacidad que permite a las personas sobreponerse a las adversidades, desarrollando conductas positivas frente al estrés y las amenazas. Y, en el mundo de las empresas, hablar de liderazgo resiliente se vincula a cómo los jefes, directivos y dueños de compañías encuentran el modo de salir fortalecidos y guiar a sus colaboradores, a pesar del contexto complejo, incierto y volátil.

De acuerdo con un informe publicado por Deloitte, los líderes resilientes deben orientar a sus equipos hacia lo que se entiende como “fase de recuperación”. Para eso, es importante entender las cuatro dimensiones de la confianza humana: física, emocional, digital y financiera.

“No podemos saber qué va a pasar; solo podemos decidir qué hacer con eso que pasa, y aquí el líder trabaja con otros para generar espacios emocionales, como la empatía, colaboración, validación, confianza y contención, para diseñar cambios significativos que, a medida que la organización entra en esta dinámica de convivir con la incertidumbre como aliada, se lanza a buscar nuevas maneras de hacer, ver y sentir”, analiza Viviana Mattano, coach ontológica organizacional y motivacional.

No obstante, los mismos líderes se encuentran atravesando situaciones que requieren desarrollar múltiples competencias y es importante que encuentren formas efectivas de manejar el agotamiento y la angustia.

Para lograr un impacto positivo y sostenido en la organización, en las personas y en la sociedad, es clave administrar la energía, dado que un líder, aún siendo resiliente, necesita reponer fuerzas para decidir ante cada reto. “Los líderes están llamados a guiarnos durante la crisis. Deben sostener a sus equipos, a las empresas y a la sociedad. Pero, para hacerlo, tienen que sostenerse a sí mismos. Es una labor compleja que requiere de confianza, valentía, estrategia y perseverancia”, advierte Deloitte en su reporte.

En el paper “Building Leadership Resilience: The Core Framework”, del Center for Creative Leadership (CCL), una firma de consultoría de negocios fundada en los Estados Unidos en la década del 70 que brindó cursos y capacitaciones a líderes de más de 100 países, proponen ocho prácticas que ayudan a mejorar el liderazgo resiliente:

1) Desarrollar y nutrir una amplia red de relaciones personales y profesionales.

Estas crean una base sólida de apoyo, un elemento clave para lograr las metas, lidiar con las dificultades y desarrollar la perspectiva.

2) Reservar tiempo para contactar a sus profesionales.

La socialización fuera de las videollamadas es importante y debe ser parte de nuestras rutinas, incluso si son breves.

3) Realizar ejercicio físico.

Además de reducir la presión arterial y el colesterol, la actividad deportiva mejora la capacidad para procesar el estrés y aumenta la capacidad de recuperación.

4) Descansar adecuadamente.

Dormir siete u ocho horas por la noche.

5) Practicar mindfulness.

Fomenta el aprendizaje, nuevas perspectivas y un grado de autoconciencia que puede mejorar la resiliencia.

6) Adoptar nuevas perspectivas, obtener nuevos conocimientos y aplicarlos en tiempos de cambio.

No aferrarse a los viejos comportamientos y habilidades solo porque le son familiares. Los grandes líderes son grandes aprendices.

7) Mejorar y prolongar sus estados de ánimo, experiencias y emociones positivas, disfrutándolas conscientemente.

Nuestros cerebros tienen un sesgo de negatividad, por lo que los líderes deben tener la intención de alcanzar la positividad para mejorar el liderazgo resiliente.

8) Tomarse el tiempo para reconocer y apreciar los pequeños logros a lo largo del día.

Cuanto más decidido a practicar la gratitud sea, más cuestiones desencadenarán naturalmente un sentimiento de agradecimiento. Dar gracias permite convertirse en un mejor líder.

El liderazgo resiliente habla de la capacidad de ver los fracasos como contratiempos menores, de la tenacidad para recuperarse rápidamente y de encontrar en cada crisis una oportunidad.

“El líder resiliente se nutre de la crisis para transformar ese miedo o dolor en coraje y desafío”, cierra Mattano.

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